En la mayoría de las sociedades democráticas actuales hay grupos de individuos que cuestionan la legitimidad del sistema establecido y que, desean imponer, en muchos casos por la fuerza, un nuevo sistema que consideran más conveniente a sus intereses particulares. Desgraciadamente en muchos casos los caminos elegidos para reivindicar lo que estos individuos consideran “lo correcto” pasan por sembrar el pánico, amenazar, aterrorizar a las masas, atentar contra la vida de personas, etc. todo ello lo hacen en el convencimiento de que, el seguir sus deseos traerá un mayor bienestar a la sociedad, o al menos, a ellos mismos.
Dado que las Comunidades de Propietarios son un sistema democrático, también nos encontramos tristemente y salvando las distancias, a individuos que, en lugar de trabajar por el bien de su comunidad, presentarse a las elecciones para ser elegidos democráticamente, informarse debidamente de las realidades de las Comunidades de las que forman parte, etc. se dedican con gran tenacidad a discutir y cuestionar cualquier decisión que se adopte, amenazar con acciones legales, criticar ferozmente y sin sentido a los Órganos de gobierno de la comunidad, enviar comunicados, escribir en foros calumnias, crear blogs para insultar, etc.
Sinceramente entiendo que, con las debidas distancias, el mismo rechazo que nos deben generar los intolerantes en una sociedad democrática es el que nos deberían generar aquellos propietarios que, en muchas ocasiones en una búsqueda de inconfesables beneficios personales, ponen todo su empeño en desestabilizar los legítimos órganos de gobierno de una Comunidad con argumentaciones falsas, sin tener la más remota idea del funcionamiento o legalidad, buscando la creación de un estado de opinión de sospecha continua sobre las actuaciones de la misma que pueda favorecer a sus propósitos, sean estos la búsqueda de un beneficio personal, la lucha por un poder que creen que les debe pertenecer por nacimiento, o la necesidad de autoestima.
Ello es, por supuesto distinto, a aquellos propietarios que, con críticas constructivas, pretenden realmente que se mejore día a día en sus Comunidades aportando ideas positivas, colaborando en las materias de las que son conocedores, dialogando con el objetivo del bien común.
Como en cualquier sociedad democrática, la grandeza o miseria en el futuro de una Comunidad dependerá en buena medida, de la capacidad de sus componentes de analizar críticamente y aislar a aquellos individuos que buscan básicamente instaurar un régimen de terror cuestionando todo lo democráticamente establecido y erigirse como faros salvadores de unas Comunidades de Propietarios en contra de quienes, con su mejor intención, realmente dedican su tiempo y esfuerzo en mejorarla.
He ahí el reto que afrontan frecuentemente los miembros de una Comunidad de Propietarios, sus órganos de gobierno legítimamente establecidos y como siempre, sus Administradores de Fincas.